martes, 6 de noviembre de 2012

El Nadador

Hola amigos!

La periodista Fernanda Tabares, escribió en Agosto del 2008 en La Voz de Galicia un artículo titulado ``El Nadador´´ simplemente quería que vosotros, como yo en su día, pudieseis leer esto.

No es un artículo que os vaya a emocionar, ni se os vayan a caer lágrimas, simplemente me sorprendió que un artículo titulado ``El Nadador´´ apareciera en un periódico.Ahí os lo dejo:

``¿Por qué nada un nadador? ¿Qué mecanismo estalla en el cerebro de un chaval de veinte años para dedicar seis horas de cada uno de sus días a saltar al agua y nadar, hacia allí, hacía aquí, hacia allí, hacia aquí? ¿Qué impulso estimula el madrugón? ¿Dónde se encuentra el ánimo para continuar con las series cuando el ácido láctico satura los brazos y convierte las piernas en dos troncazos inertes que buscan el fondo?

Un amigo se confesó perplejo por el inútil esfuerzo del nadador. Puestos a machacarse el físico con premeditación y repetición alevosa, reflexionó el amigo, lo inteligente sería prepararse para ser un Zidane; al menos con el fútbol, cada patada vale un millón. Y del palizón de la competición te recuperas con retiros intermitentes en las Maldivas. Pero un nadador... ¿por qué nada un nadador? ¿Qué encuentran en la paz líquida de la piscina esos miles que compiten y que nunca verán su nombre en el periódico, que jamás se colgarán un oro olímpico, los miles que encaran la pileta cada día, de allí para aquí, de allí hacia aquí, de aquí hacia allí..., los miles cuya meta es liderar un modesto campeonato provincial o simplemente nadar los 800 en un instante menos que el mes anterior? Ni siquiera cuenta, el nadador, con el estímulo arrollador del equipo. ¿Cuántas horas de su vida ha consumido Phelps aislado del mundo por una muralla de agua en la que solo se oyen las burbujas del aire que se expulsa por la boca y solo se ve la línea infinita del fondo y un mundo borroso que se intuye al respirar y que se antoja lejano e irreal?

¿Por qué narices nada un nadador? ¿Por qué lo que impulsa a sumergirse cada día, lo que estimula la primera brazada, lo que explica la segunda, lo que justifica la siguiente, lo que anima la próxima es tan parecido a... vivir?´´

Os dejo con una canción que me gusta, grabada en un loft de Brooklyn. El grupo se llama Givers y la canción Up Up Up

                                                           Muchas Gracias
                                                           Saludos a todos

sábado, 3 de noviembre de 2012

Emil Zatopek: La Locomotora Humana

Se dice que Emil Zatopek, atleta histórico, fondista, cuádruple campeón olímpico, perdió dos carreras: la del inicio y la del final.

Cuando tenía 16 años, iba a la escuela para jóvenes ejecutivos del empresario Tomas Bata, en Zlin, su región natal de Checoslovaquia. La práctica de deportes era parte obligatoria de su formación. Un día, Emil se vio obligado a participar en una carrera de 1.500 metros junto a los otros alumnos del curso. Jamás había competido, ni se había entrenado para hacerlo.

Él no quería correr, y para no admitir su pereza abdujo un dolor de rodilla; el médico de la compañía pensó diferente. Tuvo que entrar en la carrera. Hubo otros 100. Terminó segundo. Sintió que había perdido. Quiso haber ganado. Fue el inicio.

A partir de entonces, aplicó el rigor más absoluto a sus entrenamientos. Un régimen casi militar autoimpuesto, para un hombre que había decidido entrar al ejército. Practicaba en los climas más extremos, incluso en la nieve, y agregaba peso extra a sus botas de la armada -se negaba a usar zapatillas de deportes cuando no eran eventos oficiales- para aumentar el nivel de exigencia. Su filosofía era simple: "Prefiero sufrir en los entrenamientos y no sufrir en las carreras".

También desarrolló un sistema de "entrenamientos a intervalos", en los que alternaba períodos cortos de alta intensidad (ejemplo: correr 100 metros) y otros de bajísima actividad o descanso. Esto generó desconfianza en los especialistas de la época. Decían que se entrenaba como un velocista. "Cuando arranqué a hacerlo me dijeron: 'Emil, eres un idiota'. Cuando gané, cambiaron por: 'Emil, eres un genio'".

Un genio, quizá, pero técnicamente heterodoxo. Según un entrenador de la época, "hacía todo mal excepto ganar". Y ganaba en serio, aunque movía demasiado sus brazos y su cintura, aunque rebuznaba extrañamente, gemía y gritaba en sus carreras (por esos ruidos y por su capacidad atlética lo apodaron "La locomotora humana"). "No tengo tanto talento como para correr y sonreír al mismo tiempo", bromeó alguna vez.

Cuatro años después de esa carrera iniciática que no quería correr, Zatopek había roto los récords de su país en 2 mil, 3 mil y 5 mil metros. En el '48 ganó el oro olímpico en 10 mil metros y la plata en 5 mil. Entre el '48 y el '52, acumuló 38 victorias consecutivas en los 10 mil, y logró 18 récords mundiales.

En Helsinki '52, completó su mayor hazaña: ganó los 5 mil metros, los 10 mil, y la maratón en apenas 8 días. Logró las tres medallas doradas con récord olímpico. En maratón sacó casi dos vueltas de ventaja (dato latinocentrista: su escolta fue el argentino Reinaldo Gorno).
El conjunto fue perfecto. Nunca nadie había hecho nada similar. Nunca nadie, desde entonces, lo hizo.

Todo terminó en Melbourne '56. Seis semanas antes de esos Juegos, Zatopek, de 35 años y considerado por los medios un atleta en declive, había sido operado de una hernia. Igual compitió en la maratón. Antes de comenzar, miró a sus compañeros y les dijo: "Señores, hoy nos morimos un poco".

Quizá lo que quiso decir fue que él moría un poco. Fue su último gran evento antes del retiro. Lo ganó el francés Alain Mimoun, que había quedado segundo detrás del gran Emil en los 5 mil de Londres, y en los 5 mil y 10 mil de Helsinki, y que, con 34 años, también había sufrido el desprecio de la prensa. Una vez que ganó, Mimoun esperó a que Zatopek cruzara la meta y le susurró al oído: "No te preocupes, lo gané yo". Emil terminó sexto. Sintió que perdía. Fue el final.

El 22 de noviembre de 2000 murió del todo. En su lápida aparece su particular forma de correr esculpida en piedra, junto a los anillos olímpicos y la leyenda "Olimpisky Vitez". No quiere decir amado esposo, ni persona excepcional, ni padre querido: significa "Héroe Olímpico". Una identidad que Zatopek se llevó a la muerte.